¿Quieres sinceramente ser un hombre de Dios? ¿Estás buscando verdadera satisfacción en tu vida? ¿Has intentado, sin éxito, ser un hombre honesto y digno de confianza? ¿Has tratado de ser un padre amable y comprensivo, pero luchas con la ira y la impaciencia con tu familia? ¿Es difícil para ti trabajar con otras personas? Si has intentado y has fracasado en estos puntos, Dios puede ayudarte.
Cuando nacemos de nuevo y aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, Dios nos da un corazón nuevo. Nuestros motivos y metas en la vida cambian y encontramos un nuevo deseo de ser como Jesús. No tenemos la fuerza de nosotros mismos para ser hombres verdaderos y piadosos. Nuestras fuerzas provienen solo de Dios. Su Espíritu viene a nuestro corazón y nos ayuda todos los días. “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10).
Dios desea morar en el corazón de cada hombre. Busca a alguien que sea un líder en su hogar, entre el pueblo de Dios y en la sociedad. La Biblia nos habla de un hombre valiente llamado Josué. Dios le eligió para ser el líder del pueblo de Israel. Le dijo a Josué: “Solamente esfuérzate y sé muy valiente” (Josué 1:7). Dios quería dar la tierra de Canaán a su pueblo, pero sabía que no podrían conquistar la tierra prometida sin su ayuda. Los hombres de hoy en día también necesitan la ayuda de Dios.
Cuando los pecados de un hombre son perdonados y experimenta el amor de Dios en su corazón, ese amor se extiende a los demás. Ese amor le hace ser compasivo. Tendrá un corazón bondadoso y le dará un deseo de comprender y ser paciente. Será honesto, digno de confianza y estará dispuesto a defender la verdad. Estos atributos no son señales de debilidad sino son verdaderos dones de Dios. Dios está dispuesto a darle fuerza en su vida para vencer la maldad, el egoísmo y la inmoralidad que hay en el mundo.
Dios tiene un plan perfecto para la creación humana que nunca ha cambiado. Creó al hombre y a la mujer para que se completara y complementara mutuamente. “Varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). El hombre tiene la responsabilidad de ser fiel a su esposa y de proveer y cuidar por ella. Cuando Dios es el líder del esposo, su esposa puede sentirse segura y seguirle en confianza. Si él ha sido bendecido con hijos, es su responsabilidad de cuidarlos y “criarlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). El hombre debe asumir la responsabilidad de su propia vida, la de su familia y de otras personas que están bajo su cuidado. Dios quiere que él sea el líder de su hogar.
En la Biblia había un hombre llamado Job. Él era un buen hombre que enfrentó pruebas fuertes. Dios le dijo: “Cíñete ahora como varón tus lomos” (Job 40:7). Dios estaba diciendo: “Enfrenta la vida como un hombre. No pongas excusas ni culpes a los demás. Deja de alimentar sentimientos heridos. Sé el hombre que quiero que seas”.
El hombre de Dios está dispuesto a sacrificar su propio tiempo e interés por el bien de los demás y a proteger su hogar contra los males que quieran entrar. Tendrá fuerza para rechazar las influencias que amenazan con socavar los principios piadosos y la integridad de su hogar. El hombre que es líder tratará de comprender las necesidades emocionales y espirituales de quienes le siguen, y los guiará en amor. (1 Pedro 3:7). Está dispuesto a reconocer sus errores, disculparse y corregirlos. También tiene un corazón blando y no se avergüenza de llorar con las personas heridas que le rodean. Intentará aliviar las cargas de sus prójimos.
La fortaleza de un hombre piadoso es fruto de la sumisión a Dios y es un ancla donde otros encuentran seguridad. El hombre que obedece a Dios va a tener comprensión, dirección y satisfacción en la vida; también honra y glorifica a Dios. El vínculo entre tal hombre y Dios crea un deseo de saber más sobre la manera en que Dios quiere que vivan los hombres. Está listo y dispuesto a sacrificarse y servir a los que le rodean con fuerza, ánimo, gentileza y firmeza en la verdad.
En este mundo de caos y agitación, los que están tristes y heridos buscan seguridad. Dios ha dado a los hombres la responsabilidad de proveer esa seguridad. ¿Sientes un deseo en tu corazón de ser este tipo de hombre? Dios te está buscando. Jesús dio su vida por nosotros para que podamos vivir verdaderamente. Él busca un hombre que haga lo mismo por los demás. ¿Estás dispuesto a responder a esta llamada?
“Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa” (Isaías 32:2).