Tratados
En la Santa Biblia leemos, “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios: y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:12). Esto es evidencia que Dios mantiene un registro.
Antes que existía el tiempo había Dios. Creó el mundo y todo lo que hay en él. En su amor, Dios creó al hombre en su imagen y lo puso en un huerto hermoso. El hombre desobedeció las instrucciones de Dios. Esta desobediencia fue pecado y separó el hombre de Dios. Dios les dijo que debían sacrificar animales de un año sin defectos por sus pecados. Estos sacrificios no quitaron sus pecados, sino señalaron al sacrificio perfecto que Dios proveería. Dijo que iba a enviar a su hijo Jesús a este mundo para ser ese sacrificio perfecto por los pecados de todo el mundo.
El Espíritu Santo es la tercera persona de la divina Trinidad. Él es aquél a quien el Padre envió para estar con sus hijos. Jesús dijo: “Cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26).
La Biblia es la Palabra de Dios, la verdad eterna. Contiene el relato de la creación, de la desobediencia del hombre hacia Dios y la agonía que cayó sobre la humanidad a causa del pecado. También nos cuenta del amor de Dios hacia el hombre y del plan para redimirlo. Nos habla de un Salvador quien nació, murió por los pecados del hombre y fue resucitado de la muerte para su salvación. Él que cree su mensaje tendrá perdón de pecados, tranquilidad de mente, amor para todo el mundo, poder sobre el pecado y una esperanza viva de vida eterna.
Hay solamente dos destinos, puesto que en el día de juicio no habrá más que dos clases de personas. “Los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29).
Hay problemas donde quiera. La enfermedad, la infelicidad y muchos males son parte de la vida. ¿Dónde comenzó todo eso? ¿Siempre ha sido así? La Biblia, la Palabra de Dios, tiene las respuestas a estas preguntas. Los dos primeros capítulos de la Biblia hablan de un hermoso jardín llamado Edén, que Dios creó para Adán y Eva. Ellos fueron creados perfectos y sin pecado.
Todos los hombres desean tener una vida exitosa, emocionante y llena de suerte. Algunos se dedican a una educación avanzada. Otros pasan la vida absortos en hacerse ricos. Todavía hay otros que se dan a los deportes de alto riesgo y la emoción que los acompaña. El juego, que tiene varias formas, llama la atención de algunos. El sueño de algún día ganar el premio gordo les envuelve por completo y llega a ser muy adictivo. Muchos hogares han fracasado porque el padre o la madre se enredó en el juego. Vidas han fracasado y familias enteras han sido abandonadas porque alguien no podía evitar la casa de juego.
¿Sabes que hay un libro que explica cómo empezó el mundo? Las primeras palabras de este libro son: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. A continuación, habla de la creación del mundo y el primer hombre y mujer que vivieron en la Tierra. No habla solamente del comienzo de los tiempos, sino también de lo que sucederá después de que termine la vida. A lo largo de este libro, leemos cómo debemos vivir para estar preparados para la vida después de la muerte.
Hay una manera de vestirse que concuerda con el supremo llamamiento cristiano. Pablo escribe a los filipenses: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo” (Filipenses 1:27). La manera en que alguien se viste es como una ventana, dándonos una vista adentro del corazón. Declara la estima que tiene de sí mismo y revela quien manda en su vida. La voluntad de Dioses que el cuerpo humano sea cubierto de manera modesta, sin exhibirse. Los verdaderos discípulos de Cristo siempre se conocen por su vestuario modesto.
Entre todas las historias, la historia del nacimiento de Cristo queda más cerca al corazón de los cristianos. Es uno de los milagros más grandes de todas las edades. En ella se revela el amor de Dios al ser humano. El hombre, por el pecado, se apartó de la comunión con Dios. Dios prometió a Adán y Eva un redentor después de su transgresión en el huerto de Edén (Génesis 3:15). Era el plan de Dios restaurar o hacer volver lo que fue perdido.