Vamos a considerar la realidad. Los monstruos atroces de alcohol, drogas y tabaco están amenazando y destruyendo lo que Dios ha hecho noble y bueno. Como los tentáculos del pulpo grande, atraen y agarran ambos jóvenes y ancianos en su abrazo mortal.
Una epidemia de grandes proporciones afecta la sociedad hoy en día. La maldición de drogas, alcohol y tabaco deja muchos a la deriva sin ancla y destinados para destrucción eterna. Fácilmente, se influencian por sus pares y los medios de comunicación en cuanto a estos vicios. La mente está asaltada al punto de confusión y frustración. Esto resulta en una decadencia espiritual y física.
ACEPTAR NUESTRA CULPA
¿Quién tiene la culpa por este comportamiento tan malvado? ¿Solamente la generación nueva? No. Muchos padres, por su manera impía de vivir, aprueban los pecados de la juventud hoy en día. Los padres ignoran que están introduciendo a sus hijos a la condena de borrachera o de adicción por no haber refrenado sus impulsos corruptos. Se han desobedecido caprichosamente los principios morales de Dios. Un gran clamor debe ascender hacia el cielo. ¿Cómo podemos salvarnos a nosotros y a nuestros hijos?
Nuestra sociedad no puede producir la clase de ciudadanos que se necesita mientras el tomar y abusar drogas es tolerado y fomentado por el descuido de los padres y profesores. El alcohol es un gran corrompedor de los morales públicos, destruyendo el juicio, el carácter y la vida. Contribuye a la destrucción y división del hogar, la cual es una de las creaciones santas de Dios para la bendición de la humanidad.
Añadido a la amenaza del alcohol es el uso creciente de drogas ilícitas. Los efectos malos de estas drogas exceden en gran manera los mentados beneficios. El uso de drogas puede causar mal juicio y trastorno mental. Los que usan drogas reconocen que es un viaje de muerte: mental, física y espiritualmente. Daño irreparable al cerebro, homicidios y suicidios son demasiadas veces las consecuencias trágicas de tales indulgencias. El uso de drogas y el pecado de inmoralidad son entrelazados. El uso continuo de drogas los lleva a mucha gente a cometer pecados de inmoralidad.
VICIOS TRAEN ESCLAVITUD
Las drogas, el alcohol o el tabaco nos pueden esclavizar al punto de necesitar el poder de Dios para ser liberado. El tabaco puede parecer menos dañino que las drogas o el alcohol, pero puede convertirse rápidamente en un hábito del que es muy difícil superar. El uso de tabaco puede ser ofensivo para los que nos rodean. Aquellos atrapados por los vicios del tabaco (masticar, fumar y vapear) pueden convertirse en esclavos debido a la necesidad de satisfacer el deseo cada rato. Hay personas que se preguntan qué tiene de malo. La Biblia no menciona específicamente el uso del tabaco, pero sí da instrucciones y principios que se pueden usar como guía.
La Biblia enseña claramente que somos templos de Dios y el Espíritu Santo. La Biblia enseña que dañar o contaminar nuestros cuerpos es pecado: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado y ustedes son ese templo" (1 Corintios 3:16-17). Cuando vivimos una vida limpia y pura, Dios nos recompensará.
USO INDEBIDO DE RECURSOS
Gastar dinero en alcohol, drogas y tabaco a menudo priva a la familia de las cosas necesarias para la vida: la comida, la ropa e incluso el hogar. Este uso egoísta del dinero causa mucho sufrimiento e incomodidad en el mundo. La Biblia dice: “¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan y su salario en lo que no satisface? Escúchenme bien: comerán lo que es bueno y se deleitarán con manjares deliciosos" (Isaías 55:2).
DIOS TE PUEDE LIBRAR
Dios te ama y quiere que vayas a él justo como eres. Él te puede librar. El primer paso para superar tus adicciones es admitir que tienes un problema y necesitas ayuda. Estos vicios son adictivos, pero Dios con gusto puede ayudarte a superar tu problema si te entregas a él de todo corazón. Si estás cansado de estos vicios y quieres librarte de ellos, toma la mano de Jesús quien tiene el remedio. Dios nos dice: "Para los hombres es imposible . . . mas para Dios todo es posible" (Mateo 19:26).