Pureza, Amor, Hogares felices, Confianza
Lujuria, Vergüenza, Temor, Hogares rotos, Soledad
La pureza mental y corporal es una tremenda ventaja, una virtud cristiana y una bendición para la humanidad. La disminución de los valores morales de hoy en día hace que muchos acepten y se entreguen a comportamiento que la Biblia define claramente como pecado. ¿Cuál será el resultado de este alejamiento del hermoso plan de Dios?
La violencia, el sexo y prácticas inmorales abundan en los medios de comunicación. A menudo, esta influencia impura se introduce en el hogar como entretenimiento. Las mentes de muchos hombres, mujeres y niños están llenas de deseos y pensamientos perversos. Lamentablemente, este ambiente malvado se encuentra incluso en los hogares de algunos que profesan ser cristianos.
La Palabra de Dios nos dice que “esos malvados farsantes irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:13). “Ahora bien, ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, . . . enemigos de todo lo bueno, . . . y más amigos del placer que de Dios” (2 Timoteo 3:1-4).
“Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” (Jeremías 17:9). Jesús dijo a sus discípulos: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias” (Mateo 15:19). De nuevo, Jesús dice: “Pero yo digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón” (Mateo 5:28).
Muchos buscan una vida de placer y se aprovechan de todos los medios para satisfacer sus apetitos inmoderados. Se gozan del día de hoy sin preocuparse por mañana, cuando tendrán que rendir cuentas con Dios en el día de juicio. Algunos de los placeres a los que se entregan son el alcohol, las drogas y el sexo. Algunos hogares pueden ser destruidos debido a estos pecados y niños inocentes se quedan sin padre ni madre. Gálatas 5:19-21 enumera algunos de los pecados comunes a la humanidad: adulterio, fornicación (relaciones sexuales prematrimoniales), inmundicia, odio, asesinatos y embriaguez, y dice que “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.
Muchos tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, lo cual va en contra de las enseñanzas de Dios. Ignoran las consecuencias de estas acciones pensando que pueden evitar la pena del pecado. Algunas mujeres quedan embarazadas. Muchas veces esto resulta en vergüenza, culpa, confusión y la responsabilidad de criar a un niño. Algunas eligen el aborto. Una vida es destruida, añadiendo aún más pecado y culpa a su corazón.
Los niños sufren cuando hay una falta de moralidad bíblica en la sociedad. La falta de enseñanza y ejemplo los deja ignorantes del valor e importancia de la pureza moral. Cuando los jóvenes mantienen relaciones sexuales ilícitas, las conciencias se contaminan, la pureza se pierde y la inocencia se destruye. Si resulta un embarazo, los jóvenes se convierten en padres a una edad prematura. Los años despreocupados de la juventud se echan a perder por un poco de placer pecaminoso. El comienzo puro que realza la intimidad en el matrimonio se ve comprometido.
El matrimonio es una bendición para aquellos que siguen el plan de Dios. La intención de Dios es que un hombre y una mujer sean felices y juntos disfruten de la unión matrimonial. “Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal” (Hebreos 13:4). Vivir juntos sin estar casados es pecado a los ojos de Dios.
La Palabra de Dios habla en contra de la homosexualidad. “Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes y recibieron sobre sí mismos el castigo que merecía su perversión” (Romanos 1:26-27). Cuando los hombres o las mujeres permiten que los deseos sexuales dominen sus pensamientos, buscan satisfacer sus pasiones con actos desviados, incluso la homosexualidad. La sociedad anima a los homosexuales a salir a la luz y ser aceptados. Muchos homosexuales ya ni se avergüenzan de su conducta inmoral. Muchos justifican sus acciones, pero cada persona es responsable por sus pecados.
Los pecados sexuales conducen a la infelicidad, la culpa y la angustia emocional. A menudo, estos pecados se convierten en una forma de vida, y muchos se encuentran atrapados en una adicción que no pueden controlar o superar sin la ayuda y el consejo de otros. Ciertas enfermedades graves son el resultado de una conducta inmoral. El VIH y otras enfermedades de transmisión sexual causan sufrimiento innecesario y la muerte. Más importante aún, el pecado nos separa de Dios eternamente. Los impuros no pueden tener parte en el reino de Dios. “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios?” (1 Corintios 6:9).
Una vida inmoral puede ser cambiada, una mente impura puede ser renovada y los pecados pueden ser perdonados. El Espíritu de Dios reprenderá al individuo de pecado y lo guiará al arrepentimiento. Debemos reconocer el pecado y su gravedad a los ojos de Dios sin autojustificación. Debemos acercarnos a Dios con humildad, reconociendo nuestra culpa, suplicando perdón y pidiendo gracia para hacer restitución y abandonar el pecado. Jesús dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso” (Mateo 11:28). “’Vengan, pongamos las cosas en claro’, dice el Señor. ‘Aunque sus pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como la lana’” (Isaías 1:18). “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido” (Salmo 34:18). Apartémonos de nuestros malos caminos y busquemos al Señor mientras haya tiempo.
Las recompensas de vivir una vida pura son muchas. Vivir en la voluntad de Dios nos libera de la culpa y la confusión. El amor abunda en el corazón donde mora Jesús, y nuestros pensamientos se vuelven puros. Sentimos paz y somos libres de temor. Encontramos satisfacción ayudando a otros. La paz abunda cuando tenemos un corazón limpio y sabemos que podemos estar con Jesús algún día. Jesús dijo: “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).